Tu eres mi ángel

Tus manos suaves,
gentiles, sanadoras
nunca me abandonaron,
nunca me dejaron a solas.

Que bella eres,
que rostro tan perfecto,
pese a los años,
que hermosa eres, aún ahora.

Se que has sufrido mucho,
nadie te enseñó a ser madre,
y sin embargo cuanto pudiste enseñarme,
en las horas aciagas, en las alegres tardes.

Siéntate, quiero contarte,
todo lo que te quise y te quiero,
quizás no lo había dicho antes.
Se que fue un error, déjame amarte.

A mi manera, gruñón y criticón,
distraído y pensante,
muchas veces me olvidé,
otras no quise ni mirarte.

Enojos pasajeros, tonteras.
Tu llanto se escondía,
tu amor, ocultaba tu ira,
para poder enseñarme.
Que todo no es siempre igual,
que nuestros y caprichos
no son siempre importantes.
Gracias por entenderme, gracias por apoyarme.

En los momentos difíciles,
en las horas interminables.
Con toda tu sabiduría,
con toda tu comprensión inagotable.

No llores madre mía,
Algún día sin duda,
tenía que hacerme grande.
tenía que independizarme.

Tener mi propia familia,
intentar a la vida, ganarle,
con fuerza y con tesón,
con trabajo y honestidad irreprochable.

Es difícil expresarte tanto cariño,
es difícil compensar tu papel de ángel.
Porque has sido mi ángel de la guarda,
aquel al que llamo “Madre”.

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