La Patria te debe su honra

¿ A donde te diriges? Preguntó el gigante.
Al otro lado, a la tierra del Huarpe,
presuroso contestó al coloso del Ande.
A ver... déjame mirarte...
¿ Pero tu ya has transitado por mis dominios de hielo?
Si, muchas veces he tenido el honor de contemplarte.
¿ Quién eres, cuál es tu nombre? Caminante
José, el mismo de siempre, tu amigo de antes.
Estas cansado, tus ojos ya no brillan, ya no eres tan arrogante.
Ha pasado tiempo, mi tarea ha sido ardua, y quizás ya no le interese a nadie.
Han manchado tu nombre, los golpes fueron muchos y constantes.
Estoy exhausto, quisiera poder descansar lejos,
de tanto engaño, malicia y tanta basura pedante.
El juicio de los hombres se equivoca, pero la historia...
la historia sabrá recompensarte, con gloria, honor y admiración interminable.
A los hijos de mis contemporáneos, encomiendo mi orgullo,
mi vida, mi nombre y la sentencia final sobre mi obra.
Sé que cometí errores, que fui injusto y cruel a veces;
que hay muchas cosas que reprocharme.
Pero cuánto será mi sufrimiento, por no haber querido complacer
los intereses mezquinos, las rencillas políticas
y la avaricia de quienes quisieron juzgarme.
Mi espada luchó por la causa americana y no al servicio de nadie.
Fui soldado, general, estadista; y aún así renuncié
al poder, la ambición, el oro y las deidades.
¿Quieres descansar un rato? Mi roca te rinde homenaje.
Gracias... aún recuerdo cuando imponías, tu grandeza a mis hombres.
Fueron tiempos difíciles, mucho trabajo, preparativos, arengas,
espionaje, idas y vueltas, trabajos que parecían interminables.
Sin duda fue entonces cuando forjé tantos enemigos,
quizás no me di cuenta a cuantos molestaba mi “Norte”.
Lo importante es que lograste tu cometido,
creíste siempre en tu valor y en el de tu creación:
ese ejército que llevó la libertad desde Mendoza,
hasta la tierra del Inca y el noble.
Cuanto sacrificio, cuántas vidas,
cuanto valor, coraje... que sé yo,
ojalá algún día sepan que fue por esta tierra que me dio la vida y el nombre.
No sufras José, has sido honorable, firme y digno.
Tu familia te espera, sacrificaste más de lo que puede imaginarse.
Has pagado tus pecados y tus errores;
es hora que la paz y el amor premien tu tarea.
Yo guardaré tu gloria, yo testificaré por los siglos,
el amor que profesaste a tu Patria;
y grabaré tu nombre en lo alto de mi cumbre:
José Francisco de San Martín, el señor de Los Andes.-

(Mendoza, Agosto de 2000 - Publicado en el libro Poetas 2 - Bs. As. Mayo de 2005)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Merceditas: la Princesa del hogar.